Ring
ring, suena el teléfono sin cesar, ring ring continua, me acerco lo más
apresuradamente que puedo para contestar.
-Bueno,
si diga
-
busco a la señorita Grace
-
quien la busca?
- que,
acaso no me reconoces?
- la
verdad no, ¿quién eres?
-soy
aquel que más te ama, quien permanece a tu lado, aunque no me veas, quien
seguirá tus pasos día a día cuidando de ti y protegiendo tu vida.
Un
gran frío sobre mi espalda recorrió mi cuerpo al reconocer la voz de aquel que
un día, amara con locura, y que a su vez volviera mi vida completamente nula.
En
medio de un “shokc” me encontraba, tartamudeando al contestar solo musitaba,
-
Lo
siento, pero no se de lo que me habla, se equivocó de número.
-
No te
hagas la tonta, bien que sabes quién soy, voy a buscarte, porque me haces mucha
falta y necesito hablar de algo contigo, solo déjame hablar contigo. ¿Dónde
puedo verte?
-
No,
no, no, no sé quién eres, y… y… adiós…
Colgué
apresuradamente, sintiendo el corazón salir del pecho por su fuerza al
palpitar.
Llegaron
a mí, como cruel castigo todos los recuerdos del ayer, guardados en lo más
profundo de mi ser, y uno a uno los momentos de alegría, pasión, tortura,
incertidumbre y celos, pasados al lado de Gabriel, ese era su nombre.
Había
pasado tanto tiempo sin saber de él, sin verlo ni escucharlo.
Sintiéndome
al fin libre de su acoso, pero con la sensación nostálgica de su ausencia, y
ahora, de nuevo su presencia.
II
Me
encontraba ese día, desbastada y cayendo en la depresión porque con quien vivía
en unión libre me abandono, ya ves, por otra mujer, peligrosamente religiosa,
entre los dos habíamos montado una fructífera empresa de alimentos, nos
apoyábamos mutuamente, y yo loca de contento pensaba, - “este es el indicado
para compartir mi vida por siempre”-,
Y un
día solo se fue, llevándose todo, sin misericordia ni explicación, se fue sin
decir adiós, dejándome en total abandono y ruina.
Presa
de pensamientos negativos, deseos de venganza y amargos desatinos, no dormía
casi por las noches, y haciendo largas caminatas de noche por las calles, me
refugiaba en los negocios de autoservicio que permanecen abiertos las 24 horas
del día, saboreando un gratificante y humeante café, acompañado sin prisas de
algún pan o golosinas, con el propósito de distraer la mente y dejar de pensar
en el dolor ocasionado por el amante ausente y el constante revolotear del
porqué, y la incertidumbre que ocasiona el no saber en que falle, que hice mal,
cómo fue, cómo pasó, porque se fue cuando todo iba bien o ¿no?, cuanto tiempo
pasara para verlo regresar?
Cerrar
los ojos y recordar su sonrisa, verlo disfrutar a mi lado, de una buena música bailable,
cómo rodeaba con su brazo mi talle acercándome hacia su pecho, sentir su calor,
el aroma de su cuerpo, su canto en mis oídos y la ternura de sus ojos, todo en
mi vibraba y decía en mis adentros, cuanto amo a este hombre y cuan feliz me
siento.
Una
hermosa sensación que esperas no termine nunca y hasta el día de nuestra
muerte, permanecer juntos.
III
Pasaron
los días, y no volvió, entonces lo conocí, nada agraciado, delgado, taciturno,
algo sombrío y a la vez atractivo, su mirada penetrante provocaba en mi
inesperado sobresalto, de esos que te invitan a la aventura incierta y el
corazón palpita llenando tu ser de adrenalina.
Las
cicatrices en su rostro me alertaban del peligro, pero había algo que me
“empujaba hacia el abismo”.
Y
sucedió, en un instante me arroje a sus brazos, temerosa como una niña recibí
sus besos acepte su abrazo, su compañía y lo que me ofrecía a su lado.
Todo
comenzó con una cena y una copa de vino, platicamos, nos tomamos de la mano, su
mirada hacia bajar a la mía, sus manos fuertes y con las marcas del trabajo
rudo que hacia lograban en mi infinidad de emociones encontradas, huir y
permanecer, la más recurrente.
Jhonny,
me visitaba con frecuencia, una noche me convenció de pasar la noche en su
casa, que compartía con su perro, entre el humo de cigarros y tragos de
cerveza, entremeses varios, poco a poco fue ganándose mi confianza, parecía
realmente interesado en mí y todo lo que al mi alrededor sucedía, mi familia,
mi trabajo, mis amigos y mis relaciones viejas, más cuando quería ahondar en su
vida y familia, respondía con evasivas, logro al fin que mi mente se
desentendiera del dolor reciente, y como adolescente nuevamente ilusionada y
creyéndome enamorada yo cedí, para mí no existía nadie como el tan franco y
sincero, pues me había confiado lo que a nadie confió, el secreto de sus cicatrices,
que por obvias razones tampoco menciono yo, del dolor con el cual creció, de la
muerte de sus padres y cómo él se sentía responsable por estar ausente, debido
a su aventuras del trabajo, en otros estados, así como del lugar en el que él
nació y no ha regresado desde que sus
padres decidieron permanecer en este lado del país.
-quiero
que me des un hijo, -me dijo un día.
- un
hijo al que yo pueda dejarle todos mis conocimientos y la fortuna o propiedades
que yo posea, hasta la hora de mi deceso.
-pero
Jhonny, yo no puedo darte un hijo, mi vientre es estéril.
-más
si tanto lo deseas, porque no adoptamos uno, tantas criaturas abandonadas que,
por el mundo, que necesitan padres amorosos que les prodiguen de casa, familia
y sustento.
-Grace,
quiero que mi semilla germine en ti, si tú no puedes hacerlo, entonces buscaré
quien sí.
De
pronto, toda ilusión se vino abajo, y se abrió ante mi otra imagen de él que no
quería aceptar.
No
dije más, me entregué de nuevo a ese torbellino de besos y caricias que te
hacen perder el sentido y la pasión se desata, como obra sobre natural. Para
luego en la paz de mi alcoba, una vez que estaba sola, echarme a llorar, mi
mente no concebía lo que Jhonny esperaba de mí, el corazón se estremecía de
desconsuelo y desesperación, de temor al dolor, no quería perder de nuevo una
relación, mi cuerpo deseaba no dejar de sentir sus caricias, su cuerpo cálido y
desnudo junto al mío, su abrazo su dedicación hacia mi persona, en la intimidad,
cuidaba de no lastimarme y deseaba hacerme siempre feliz bajo las sabanas o sin
ellas, me alimentaba como a una niña, me brindaba ternura y pasión…
Caminábamos
juntos tomados de la mano, por calles, jardines y avenidas, el tiempo su lado
pasaba sin sentir, más comenzaba a ser algo molesto, comenzaron a acumularse
tareas domésticas, deudas y desaciertos laborales.
El
pedirle tiempo para ponerme al corriente con mis asuntos personales, suscito en
contiendas de celos y persecuciones y revisiones corporales.
Miles
de preguntas,
- ¿dónde andabas?
-
buscando trabajo
-
¿Con
quién estabas?
-
Con
nadie, yo solo quiero estar contigo
-
¿Por
qué lo saludas, de donde lo conoces, ya te "acostaste" con él?
-
No
empieces, solo conteste el saludo, no lo conozco.
-
¿Por
qué lo miras, ya te gusto o qué?
-
¿No te
fijaste como pateo al perro? Nada más estás viendo “moros con tranchete”
-
¿mira
esa mujer que buena esta, me gustaría para hacer hijos con ella?
-
Si lo
que quieres es dejarme, solo dilo y ya, no necesitas estarme diciendo esas
cosas, si te gusta adelante, yo me hago a un lado y aquí se acaba lo nuestro
-
¿te
voy a conseguir otra para que te ayude, cuando tu no estés en casa?
-
Ya te
dije si vas a dejarme, pues aquí terminamos y ya sin problemas de mi parte
-
-mmm a
mí se me hace que tienes otro por ahí, por eso me quieres terminar, me has de
estar poniendo los “cuernos”
-
Sabes
no es así si siempre estoy contigo todo el tiempo, y te amo, y porque te amo,
quiero que seas feliz, aunque no sea conmigo
-
A ver,
a ver a mi me vas a respetar, no me contestes, ni me vas a dejar a poco crees
que te vas a librar de mi tan fácil hija de &%$+*
Y lo que nunca
esperé, su puño estrellándose en mi cara, como puede Salí del lugar huyendo
como magdalena, invadida por el llanto y el dolor del desencanto, más
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