En los verdes campos de allá dónde mi abuela, sembrados había, caña, maíz, calabaza y colmenas.
Hermosos los días, en que de visita, madrugábamos para ir a la ordeña, trepados en los rediles de la camioneta, sintiendo como el aire que golpeaba nuestra cara, apenas nos permitía respirar, y los insectos que furtivamente se atravesaban en nuestro camino, golpeaban el rostro, haciendo hacer guiños, lloraban los ojos con el viento helado y el polvo del camino.
A los lados de la brecha de terrecería, se erguían majestuoso pinos aromáticos, hondonadas y riachuelos, subidas y bajadas en el camino furtivo y el paso de vecinos rancheros, que saludaban alegremente.
Al llegar el olor a ganado era indescriptible, saborear la leche tibia de las vacas, con su sabor dulcesón, recuerdos hermosos recuerdos que no volverán.
hmtv65
Hermosos los días, en que de visita, madrugábamos para ir a la ordeña, trepados en los rediles de la camioneta, sintiendo como el aire que golpeaba nuestra cara, apenas nos permitía respirar, y los insectos que furtivamente se atravesaban en nuestro camino, golpeaban el rostro, haciendo hacer guiños, lloraban los ojos con el viento helado y el polvo del camino.
A los lados de la brecha de terrecería, se erguían majestuoso pinos aromáticos, hondonadas y riachuelos, subidas y bajadas en el camino furtivo y el paso de vecinos rancheros, que saludaban alegremente.
Al llegar el olor a ganado era indescriptible, saborear la leche tibia de las vacas, con su sabor dulcesón, recuerdos hermosos recuerdos que no volverán.
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